miércoles, 26 de diciembre de 2007

Eran las siete de una calurosa tarde...


-¡Acuérdate de que Bagheera te quería! -gritó luego, y desapareció.
Ya al pie de la colina, gritó de nuevo con más fuerza:
-¡Buena suerte en el nuevo rastro que sigues, dueño de la selva! ¡Acuérdate:
Bagheera te quería!
-Ya lo has oído -dijo Baloo. Eso es todo. Vete ahora. Pero antes, acércate a mí. ¡Ven,
ranita sabia!
-Es duro mudar de piel -observó Kaa en tanto que Mowgli sollozaba largo rato, con
su cabeza en el costado del oso ciego, y rodeándole el cuello con los brazos, en tanto
que Baloo intentaba débilmente lamerle los pies.
-Las estrellas se apagan -dijo el Hermano Gris, olfateando el viento del alba-.
¿Dónde dormiremos hoy? Porque, desde ahora, seguiremos nuevas pistas.

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